¿El desarrollo de la inteligencia artificial es una amenaza para la sociedad y las personas? ¿La robotización comportará necesariamente la destrucción de empleos? ¿El monopolio de las GAFA ganará la batalla a la innovación digital? No, responden el prospectivista Joël de Rosnay (1) y Hervé Adam, director general de VINCI Energies France. Siempre que defendamos una visión colectiva y conectada de la humanidad.
Joël de Rosnay, mientras que Bill Gates o Stephen Hawking han expresado su temor ante las consecuencias del desarrollo de la inteligencia artificial, usted defiende una visión optimista y elogia la posibilidad de una “inteligencia colectiva aumentada”, o de lo que usted denomina hiperhumanismo.
Joël de Rosnay. Yo me he mostrado crítico con la postura adoptada por Bill Gates y Stephen Hawking, que en mi opinión defienden una visión malthusiana. Malthus se equivocaba al afirmar que la capacidad de producción de alimentos a escala mundial es lineal y, por lo tanto, insuficiente para cubrir las necesidades de una población global que crece de manera exponencial. Bill Gates y Stephen Hawking tienen razón al afirmar que la evolución de la inteligencia artificial y de la tecnología robótica es exponencial, pero se equivocan al ceñirse a una interpretación lineal de la evolución del cerebro humano, puesto que la evolución del cerebro humano conectado a la inteligencia artificial y el ecosistema digital, en primer lugar de manera complementaria y posteriormente simbiótica, es exponencial. Y eso nos lleva a lo que, efectivamente, llamo inteligencia humana aumentada o hiperhumanismo.
¿En qué se diferencia el hiperhumanismo del transhumanismo?
J. de R. El transhumanismo es elitista, egoísta, narcisista. Los prospectivista defendemos una visión colectiva del humanismo basada en la idea de un cerebro humano hiperconectado en una red planetaria.
Hervé Adam. Podemos establecer un paralelismo entre el desarrollo de la inteligencia artificial presente y futura y la mecanización de la agricultura hace cien años, que quizás también se percibió como una amenaza para la humanidad. ¿Pero qué pasó? Que las máquinas simplemente reemplazaron a las personas en la ejecución de las tareas más pesadas y tediosas. El ser humano continuó desarrollando sus capacidades y hoy el planeta puede alimentar a infinitamente más personas que hace cien años. Con el cerebro sucede algo parecido. La inteligencia artificial complementará nuestras vidas y permitirá que el ser humano desarrolle sus características y así refuerce su humanismo.
Joël de Rosnay, ¿a qué se refiere cuando afirma que el ser humano desarrolla nuevos sentidos?
J. de R. Gracias a nuestros smartphones, nos hemos convertido en hombres y mujeres aumentados. El GPS o la webcam nos ofrecen, por ejemplo, la sensación de ubicuidad. El smartphone es mucho más que una herramienta de comunicación, es un mando universal que nos permite hacer clic en nuestro entorno (chips RFID, códigos QR…), interactuar con datos e informaciones (realidad virtual y aumentada) a los que no tendríamos acceso sin la tecnología digital.
H. A. En el ámbito industrial, vemos manifestaciones muy concretas de lo que usted describe, que ya no forman parte de la fase experimental.
Pasa lo mismo en el sector de la construcción, por ejemplo con el boom del BIM (building information modeling) o modelado en 3D de los edificios. Del mismo modo, las aplicaciones de geolocalización contribuyen en gran medida a las actividades de mantenimiento.
Joël de Rosnay
« Dans les entreprises, les départements innovation ne servent à rien en tant que tels. Ce qui compte, c’est la culture de l’innovation, le processus dynamique et systémique. »
Las consecuencias de la robotización de las fábricas todavía no se han calibrado bien. Algunos predicen la desaparición de un gran número de empleos en el sector industrial, mientras que otros la consideran una oportunidad de crecimiento. ¿Qué opinión tienen al respecto ?
H. A. A mí no me preocupa. Los avances en inteligencia artificial y robótica generan nuevos puestos de trabajo: data scientists, BIM managers… Aunque también contribuyen a la reubicación de empleos en los países industrializados, ya que aumentan la productividad y permiten la creación de nuevos usos.
J. de R. La robótica destruye empleos en algunos ámbitos, pero crea nuevos puestos de trabajo en otros, aunque solo sea por la creación y el mantenimiento de robots o en la interfaz robot-máquina.
La idea de cobrar impuestos a los robots para contribuir a la protección social se debatió durante la campaña electoral a las presidenciales en Francia. ¿Qué les parece la propuesta ?
J. de R. Es una idea que vale la pena seguir estudiando. De momento, la Comunidad Europa ya ha propuesto crear el estatuto de persona electrónica, con derechos y obligaciones. Esta “responsabilización” también puede traducirse en impuestos. Dado que los robots sustituyen a los trabajadores, que cotizaban por sus derechos sociales, es lógico pensar que puedan pagar impuestos para financiar el mantenimiento de dichos derechos.
H. A. ¿Por qué no? Pero entonces habría que regularlo como mínimo a escala europea. Si Francia es el único país en cobrar impuestos a los robots, o si la práctica no se implementa de manera coordinada, nos situará en desventaja frente a países que podrán captar más capacidad de producción y destinar una fuerte inversión a la robotización. Si nos fijamos en Alemania, vemos que la robotización está claramente más desarrollada que en Francia, lo que es sin duda una de las claves del éxito industrial del país.
Tanto la transformación digital como la transición energética son expresiones que sugieren un proceso acabado. ¿No puede llevar a confusión ?
J. de R. El término transición se refiere al paso de una etapa a otra. A mí, que soy surfista, me recuerda a la dinámica del movimiento. A menudo se dice que el surfista debe estar en equilibrio. No es verdad, tiene que mantenerse en un desequilibrio controlado. Si está en equilibrio, se cae. Esta imagen tendría que servir de inspiración a los gerentes de las empresas, que deben asegurarse de mantener constantemente el desequilibrio entre un futuro incierto y la necesidad de estabilizar la empresa en su entorno.
Se habla de “redes inteligentes”, “vehículos inteligentes”, “ciudades inteligentes” … ¿Todo será inteligente? ¿El término sigue teniendo algún sentido ?
H. A. No me gusta demasiado el término inteligente porque conlleva una idea de gradación: si te vuelves inteligente, significa que antes lo eras menos o que otros lo son menos. Prefiero hablar de conexiones; nuestras ciudades, nuestros vehículos y nuestras redes están conectados. Es lo que se ha podido observar en el cerebro humano o con la inteligencia artificial: la “inteligencia” es, en cierto modo, proporcional al número de conexiones.
J. de R. Después de haber usado durante mucho tiempo los términos inteligencia o smart, ahora tampoco me gustan. Lo que es inteligente no es el objeto, sino las personas, ricas en una inteligencia hecha de emociones, valores complejos y símbolos que las máquinas son incapaces de captar en su totalidad. Una vez dicho eso, si tuviera que definir la inteligencia de los objetos, diría que requiere tres condiciones: interactividad, proactividad y tiempo real.
Hervé Adam
« Chez VINCI Energies, notre force d’innovation n’est pas dans le développement d’une technologie, mais dans la capacité à assembler et connecter ces technologies. »
La innovación cada vez va más rápido. ¿Esta aceleración preocupa a los prospectivistas y, más en general, a los que reflexionan sobre « el mundo que viene » ?
J. de R. No me gusta demasiado el término innovación. Los fabricantes, los políticos e incluso los prospectivistas presentan la innovación como una especie de caja que basta con financiar para que aparezca una nueva herramienta, un nuevo servicio, como el smartphone, o como Google. Si fuera así, la gente se preguntaría por qué Francia no inventó el smartphone o Google. Una innovación no es algo aislado. La innovación es un sistema. Un producto o un servicio, por muy “innovadores” que sean, no cambiarán la sociedad. Lo que cambia la sociedad es la reapropiación por parte de la comunidad de una innovación en un sistema integrado. Por eso en las empresas los departamentos de innovación no sirven de mucho como tales. Lo que importa es la cultura de la innovación, el proceso dinámico y sistémico que sirve para generar sistemas innovadores.
H. A. Y estas son muy buenas noticias para VINCI Energies, cuyo trabajo consiste en buscar las mejores innovaciones para integrarlas y proponer a los clientes las soluciones de sus sueños. Somos, ante todo, proveedores de servicios integrales. Nuestra fuerza de innovación no reside en el desarrollo de tecnologías, sino en la capacidad de integrar y conectar dichas tecnologías.
J. de R. Hasta ahora, la aceleración se ha alimentado de secuencias fundamentales: la imprenta, la radio, la televisión, Internet… Pero ahora hemos entrado en un movimiento de aceleración continua. Ya no estamos en una fase de crecimiento lineal, sino de desarrollo exponencial, donde todo se acelera constantemente. Mientras que los políticos siguen adoptando una lógica secuencial y lineal, los prospectivistas tenemos menos dificultades para detectar tendencias convergentes a cincuenta años vista que para proyectarnos a tres años.
En el ámbito industrial, ¿de qué modo el gerente de una empresa puede conciliar la planificación a medio y largo plazo con la aceleración de la innovación?
H. A. Todos nuestros gerentes presentan cada año un plan estratégico de tres años. Es un ejercicio muy difícil porque en tres años pueden suceder muchas cosas. Volviendo a la imagen del surfista, la idea de agilidad se ha convertido en algo esencial a nivel de empresa. Una empresa ágil es la que es capaz de captar las señales que le permitirán anticiparse y reorientar sus decisiones para seguir desarrollándose.
Parece que los recursos para invertir a largo plazo en investigación básica se concentran cada vez más en manos de las GAFA. ¿Es un riesgo ?
J. de R. Es la realidad a la que nos enfrentamos, y es muy preocupante. Las GAFA se han convertido en “empresas-Estado”. Con un funcionamiento horizontal, están presentes en todas partes, fuera de control, y no pagan impuestos en los países en los que operan. Su capacidad financiera ha superado con creces la de las mayores empresas internacionales, e incluso los presupuestos de algunos estados. Crean monopolios digitales y nos convierten en “pronetarios”. Trabajamos para ellas, creamos valor añadido para ellas.
¿Qué podemos hacer?
J. de R. Frente a las GAFA, los estados no pueden hacer prácticamente nada. Creo mucho más en la corregulación ciudadana participativa. Conectados en red, los ciudadanos, en nombre de los valores, tienen la posibilidad de oponerse al monopolio. Todavía no sabemos medir con exactitud el impacto de una movilización ciudadana masiva, pero el ciberboicot en sin duda un arma eficaz.
H. A. Lo que es nuevo es que empresas como Uber o Airbnb están logrando acumular en muy poco tiempo un enorme poder comercial y financiero sin poseer nada, tan solo con algoritmos que ponen en relación la oferta y la demanda.
Quizás también veamos aparecer con la misma rapidez alguna forma de contrapoder ciudadano a través del desarrollo de sistemas como Blockchain.
Las start-ups emergen en todos los ámbitos y todos los segmentos, y parece que están reemplazando la capacidad de innovar de « las grandes empresas ». ¿Es una percepción real o una « burbuja » ?
J. de R. Las start-ups son más móviles e interactivas, están más informadas y realizan una mayor labor de prospectiva. Las grandes empresas más competitivas ya no intentan producir ellas mismas la inteligencia, sino que la compran allá donde se desarrolle.
H. A. En VINCI Energies, siempre hemos abogado por la descentralización, la autonomía y la responsabilización a través de estructuras de dimensión humana. Es un grupo internacional con cerca de 65.000 empleados, estructurado históricamente como una “federación de empresas”. A día de hoy, diría que somos más bien “una red de start-ups” abierta al exterior y perfectamente equipada para fomentar internamente la creatividad y la innovación.
(1) Última obra publicada: Je cherche à comprendre… Les Codes cachés de la nature, Les Liens qui libèrent, octubre de 2016