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¿De qué modo puede articularse la ciudad conectada y el envejecimiento de la población? Las start-ups ya están ofreciendo respuestas a esta cuestión clave para las futuras políticas territoriales.

Francia cuenta hoy en día con 1,5 millones de personas mayores de 85 años. En treinta años, esta cifra se habrá triplicado. En 2016, casi 7.500 EHPAD (centros residenciales para personas mayores dependientes) acogían a más de 600.000 personas mayores, y casi 760.000 personas mayores con pérdida de autonomía se beneficiaban de las prestaciones de un servicio de ayuda y acompañamiento a domicilio. Una realidad muy extendida que comparten otros países desarrollados.

“El envejecimiento de la población afecta a todos los sectores de la sociedad. Se trata de un tema de vital importancia para los responsables públicos de la toma de decisiones, que buscan crear unas condiciones de vida más fáciles, más intuitivas y más inclusivas para las personas mayores, en territorios cada vez más conectados”, explica Alain Guillaume, Business Development and Marketing Manager en Omexom (VINCI Energies).

“Cada vez son más las ciudades que tienen en cuenta las problemáticas relacionadas con las personas mayores a la hora de ofertar proyectos”

Reflejo del tiempo actual: la celebración en octubre de 2019 en Angers de la primera edición del congreso “En Modo Sénior”, donde se presentaron varias iniciativas: el proyecto LENA (Logement Évolutif pour une Nouvelle Autonomie – vivienda evolutiva para una nueva autonomía) en Saumur; el proyecto asociativo HABIT’AGE en Fontaine-Guérin; el EHPAD de Noisetiers, primer centro residencial francés conectado e intergeneracional en Angers, o AIDS 85, una casa domótica totalmente equipada con reconocimiento de voz en Aizena.

Vivienda, movilidad y seguridad

Cada vez son más las start-ups que invierten en las personas mayores. En el ámbito de la vivienda conectada, Eisox ha desarrollado una solución que incorpora un cabezal termostático para analizar a diario los comportamientos, la presencia y la ausencia de los habitantes, programar la calefacción y anticipar su puesta en marcha en función de las condiciones meteorológicas, y a la vez medir la calidad del aire mediante sensores.

En cuanto a la movilidad, Streetco, primera aplicación GPS adaptada para todos los peatones, incluidos aquellos con movilidad reducida, permite  a los viandantes comunicar en tiempo real los obstáculos y los elementos accesibles que encuentran en su recorrido.

La seguridad tampoco queda al margen. Parade Connect ha desarrollado una gama de zapatos conectados para avisar de las caídas. ¿Cómo funcionan? Un dispositivo electrónico integrado en la suela y compuesto de sensores (giroscopio y acelerómetro) detecta cualquier pérdida de verticalidad seguida de una inmovilidad prolongada. En ese momento, se activa automáticamente una alerta a través de las redes LoRa o Sigfox mediante SMS, e-mail o llamada, que posibilita la geolocalización de la persona por parte de los servicios de emergencia.

Plantear el tema en términos de atractivo

Más allá de estos equipos de nueva generación, la articulación de la silver economy y la smart city no es algo automático. El concepto de “personas mayores” no remite a una única edad ―ni tan solo una única franja de edad― que pueda indicar con precisión a los fabricantes unas necesidades específicas, sistemáticas y exclusivas.

Por otro lado, nuestras sociedades productivistas han avanzado la edad de entrada en la franja de “personas mayores” (45 años en el mundo empresarial) para no relacionarla solo con los síntomas del declive. Ser mayor significa empezar a tener nuevas necesidades en términos de autonomía, movilidad y seguridad, pero también representa tener grandes expectativas en términos de comodidad, consumo e implicación activa en la vida de la ciudad.

“El tema de las personas mayores se plantea en primer lugar en términos de atractivo: hay que convencer a estas personas, muchas de las cuales tienen un alto poder adquisitivo y han recuperado el capital tiempo, de que se instalen en un determinado territorio cuando nada las obliga, o en cualquier caso no el trabajo”, señala Alain Guillaume.

¿Qué especificidades?

Para los territorios, los urbanistas, los constructores, los fabricantes y las start-ups, la principal dificultad relacionada con esta franja de edad radica en este continuo sin interrupciones necesarias. Salvo si se centran específicamente en el campo de la dependencia, es difícil ―o imposible― encontrar políticas, ofertas, programas o soluciones tecnológicas diseñadas específicamente para los mayores.

Las innovaciones de Eisox o de Streetco no están especialmente diseñadas para las personas mayores. Incluso los zapatos conectados de Parade Connect fueron concebidos pensando más bien en los trabajadores de la construcción.

“Las ciudades no plantean cuestiones con la intención de crear una ciudad inteligente destinada a los mayores. En cambio, cada vez son más las que tienen en cuenta los problemas relacionados con las personas mayores a la hora de construir sus proyectos en el territorio”, confirma Alain Guillaume.

En el congreso “En Modo Sénior” se expusieron claramente las intenciones: “Imaginar y construir juntos una ciudad de gran calidad humana y urbana, accesible, inclusiva y atractiva, respetuosa con sus mayores; poner en perspectiva los datos, la inteligencia artificial y sus aplicaciones en los diferentes ámbitos de la vida de los mayores, en la ciudad y los territorios”.

También podrían plantearse las cosas de forma más directa: no olvidarse de las personas mayores en el tren de la revolución digital urbana, en interés de los mayores, pero también de los propios territorios.

23/07/2020