El sector industrial, gran emisor de CO2, debe orientarse urgentemente a la sobriedad en todos los aspectos. La aplicación de los principios de la economía circular contribuirá a acelerar este cambio. La fábrica del futuro será a la vez circular y 4.0.
En los países desarrollados, la industria vive un momento decisivo al tener que afrontar los desafíos de la soberanía económica y de la transición energética. Francia en particular. El país ha adoptado una política de recuperación del sector industrial, que solo representa el 10,1% de su PIB (frente al 16% en Europa y el 28,3% en todo el mundo) y que al mismo tiempo debe alinearse con la trayectoria de la Estrategia Nacional de Bajas Emisiones de Carbono (SNBC, por sus siglas en francés).
Se trata de un desafío ingente, sobre todo teniendo en cuenta que la industria representa el 40% del consumo energético mundial y emite un 70% más de CO2 que hace veinte años. Por tanto, las empresas deben iniciar sin demora una gran revolución. Además, la industria se ha construido sobre un esquema lineal cuyo principio director es la búsqueda del crecimiento ilimitado en un contexto de recursos limitados. Así pues, es necesario acelerar la transformación de los modelos y al mismo tiempo desacelerar la carrera por el crecimiento. Se trata de un cambio de marcha que representa una migración radical del sistema lineal al sistema circular.
Solo una cuarta parte de los fabricantes ha emprendido una transformación de su cadena de valor más allá de las plantas principales.
Ante la urgencia y la gravedad del desafío climático, el sector industrial está pasando a la acción, pero todavía hay que superar numerosos obstáculos. Un estudio de la consultora OPEO y del Instituto Nacional de la Economía Circular (INEC) muestra que, en 2021, aunque el 85% de los fabricantes veía la economía circular como una verdadera oportunidad para mejorar su competitividad y desarrollar nuevos mercados, menos del 27% había emprendido una transformación de su cadena de valor más allá de las plantas principales, cuando estas representan menos del 5% de la huella de carbono.
Circuitos de sobriedad
La circularidad presenta múltiples puntos de entrada. Además de reducir sus emisiones, las empresas también pueden actuar en el ámbito del consumo de recursos, empezando por las superficies construidas, factor clave de la resiliencia, mientras que los objetivos de artificialización neta cero (ZAN) invitan a una reflexión global sobre el uso de zonas industriales en desuso. La transformación de las instalaciones históricas de Renault Flins en la primera fábrica europea dedicada al reacondicionamiento energético y a la formación sobre temas de circularidad es emblemática.
Existen otras palancas, como la mejora de la eficiencia energética mediante la recuperación del calor, opción elegida por ArcelorMittal, que, al conectar sus altos hornos de Dunkerque a la red de calefacción de la ciudad, evitaría la emisión de 20.000 toneladas de CO2.
La tecnología digital también ocupa un lugar destacado en la aceleración de los circuitos de sobriedad: inteligencia artificial para comparar los datos de producción de una fábrica y los gastos energéticos, gemelos digitales para anticipar las reducciones de eficiencia energética, mercados de segunda mano para los equipos de las obras…
Durante mucho tiempo, la economía circular ha sido el pariente pobre del debate público sobre la transición energética y el ángulo muerto de las políticas asociadas. Debido a su papel estructurador en la economía y a su responsabilidad en las emisiones de gases de efecto invernadero, la industria tiene un importante papel que desempeñar en el impulso y la ampliación de este nuevo modelo.
“Estamos apostando por la reutilización, que genera muchas menos emisiones que el reciclaje”.
Bruno Nicolas, director de la marca Actemium, explica su estrategia en el ámbito de la economía circular.
¿En qué punto se halla Actemium en términos de circularidad?
B.N. La estrategia de desarrollo sostenible impulsada por Actemium desde 2018 se articula en torno a tres ejes: eficiencia energética de los procesos industriales, soluciones con bajas emisiones de carbono (energías renovables, hidrógeno bajo en carbono, electrocombustibles y captura de CO2) y economía circular. En el marco de esta hoja de ruta, hemos creado Actemium Carbon Tool (ACT), una de las primeras herramientas dedicadas al mundo industrial y centrada en el alcance 3, que cubre todas las emisiones indirectas de la empresa y permite a nuestros clientes evaluar la huella de carbono de las soluciones que les aconsejamos. La economía circular es probablemente el eje que hoy presenta las mejores posibilidades de reducción de la huella de carbono.
¿Cómo se traduce eso en términos de oferta?
B.N. La economía circular puede basarse en el reciclaje y/o en la reutilización. La opción que el sector industrial suele adoptar espontáneamente es la del reciclaje. Por nuestra parte, como integradores, hemos optado por la reutilización, sobre todo porque presenta una huella de carbono mucho mejor que la del reciclaje. Dicho esto, tenemos que convencer a nuestros clientes para que opten por nuevas soluciones utilizando equipos ya usados. Hace cuatro o cinco años, por mucho que insistiéramos en el doble ahorro en términos económicos y medioambientales, era muy difícil convencerlos. Hoy en día es diferente, la protección del planeta se ha convertido en una prioridad y la competitividad de soluciones que incorporan equipos reutilizados las hace aún más atractivas.
¿Qué tipos de equipos pueden reutilizarse?
B.N. Se pueden reutilizar muchos equipos. Le daré solo dos ejemplos. Al desmontar las instalaciones eléctricas, podemos recuperar disyuntores que siguen funcionando perfectamente. No los reciclamos, sino que, después de revisarlos, los reutilizamos en otros armarios eléctricos. Otro ejemplo: hace poco recuperamos de una fábrica de automóviles del este de Francia varias carretillas usadas en las cadenas de montaje que enviamos a uno de nuestros clientes en Marruecos.
16/11/2023
