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En un contexto de sobriedad ecológica y presupuestaria, el alumbrado público se ha convertido en un mecanismo para que las ciudades puedan desarrollar espacios conectados y sostenibles que tengan en cuenta las expectativas, las necesidades y los usos de sus habitantes.

Durante mucho tiempo fue un punto ciego de las políticas urbanas. Poco regulado a escala nacional -ni siquiera obligatorio-, el alumbrado público es sin embargo un elemento fundamental para la planificación y el buen funcionamiento de los espacios públicos. Actúa también como palanca de valorización patrimonial de las ciudades e influye en su atractivo. Ante la emergencia ecológica y la escasez de recursos públicos, ahora ocupa un lugar destacado en las decisiones económicas y medioambientales de los territorios.

¿Por qué? Por un lado, porque ahora la dimensión ecológica se tiene más en cuenta a la hora de renovar y modernizar las infraestructuras; por otro lado, porque la iluminación urbana tiene un gran peso en las finanzas y el balance energético de los entes regionales y locales: el 32% de su consumo eléctrico y el 12% de su consumo global de energía, según la Association française de l’éclairage (AFE).

El auge de las luces led

En este marco, las luces led (light-emitting diode) constituyen la llave maestra de las estrategias de desempeño energético en materia de iluminación urbana. Menos costosas y mucho más eficientes que las lámparas de vapor de sodio, su actual cuota de mercado se sitúa entre el 20% (según la Fédération nationale des collectivités concédantes et régies) y el 30% (según la AFE). Se prevé que su importancia aumente a raíz de la prohibición de comercializar lámparas de descarga a partir de 2027 y debido a su rápido retorno de la inversión (aproximadamente entre cinco y diez años).

Un ejemplo de las ventajas de las luminarias led: en el marco de un contrato público global de desempeño, los equipos de Citeos (VINCI Energies) se comprometen a alcanzar un ahorro energético de hasta el 80%.

Pero más allá del desempeño energético y financiero, el paso a la tecnología led constata que los entes regionales y locales están optando por la iluminación inteligente (smart lighting), un diseño de alumbrado público que se basa en los usos y el análisis de las necesidades.

Con la tecnología led, farolas, mástiles y armarios eléctricos se convierten en soportes privilegiados para el despliegue del IoT y la producción de datos: sensores de flujos de movilidad, de contaminación, de nivel de ruido y de presencia humana o animal, cámaras de vigilancia y todo tipo de objetos conectados.

El paso a la tecnología led constata que los entes regionales y locales están optando por la iluminación inteligente.

El objetivo de las ciudades es mejorar el confort y la sensación de bienestar y seguridad de los usuarios, alimentando al mismo tiempo las herramientas de gestión y supervisión de los espacios. Se trata de utilizar la luz solo donde y cuando sea necesaria, con un color y una intensidad adecuados.

Más allá del solucionismo tecnológico

Tecnológicamente madura y económicamente probada, la conversión de la iluminación urbana a iluminación inteligente debe cumplir, no obstante, con algunas condiciones metodológicas, tal como señala Khadija Tighanimine, Territories Business Line Manager en Omexom, la marca de infraestructuras energéticas de VINCI Energies. De lo contrario, reproducirá las frustraciones generadas por la smart city y su “pensamiento mágico”.

“En cada gran punto de inflexión de la evolución de las ciudades”, recuerda, “tendemos a reproducir las matrices de anteriores decisiones y a repetir el error de dejarnos cegar por el solucionismo tecnológico y de entender las ciudades sin tener en cuenta la importancia de las ciencias sociales”.

Esta socióloga se incorporó a VINCI Energies en 2019. Su hoja de ruta: “promover la lógica de uso incluso en las profesiones técnicas. Para ello, he desarrollado un método basado en la sociología de las técnicas y articulado en torno a tres ejes: la crítica del tecnocentrismo, la recuperación del control sobre el uso y el empoderamiento de los ciudadanos”, explica.

Es este mismo enfoque polifacético el que ha llevado a la ciudad de Lyon a contratar expertos en ciencias sociales y a forjar alianzas con organismos públicos como ADEME y  Cerema.

“Todas las ciudades, incluso las más pequeñas, pueden organizar sesiones de observación, talleres de ideas y de diseño o recorridos para los usuarios, con el apoyo de socios, como por ejemplo empresas”, destaca Khadija Tighanimine, que trabaja en la relación que los usuarios tienen con la luz en la ciudad. Y cita el ejemplo de Mulhouse, que decidió utilizar la luz para poner en valor su patrimonio, por lo que apostó por organizar paseos nocturnos. “Implicar a los usuarios en la reflexión política es una garantía de que apoyarán las decisiones que se tomen”, recuerda. “La consulta, la participación y la inclusión son condiciones indispensables para el desarrollo de territorios conectados y sostenibles”.


Cifras clave

32%. Porcentaje de la iluminación urbana en el consumo eléctrico de los entes regionales y locales

12%. Porcentaje de la iluminación urbana en el consumo global de energía de los entes regionales y locales

20% a 30%. Porcentaje de las luces led en el alumbrado público

15% a 20%. Porcentaje de luminarias de más de 25 años

Fuentes: Association française de l’éclairage AFE) y Fédération nationale des collectivités concédantes et régies

13/03/2025