“La ciencia de los algoritmos no es ni buena ni mala, es lo que hagamos con ella”.
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Aurélie Jean, doctora en ciencias y empresaria, es especialista en inteligencia artificial y en algoritmos, a los que le ha dedicado su último ensayo, Les Algorithmes font-ils la Loi? (Éditions de l’Observatoire, octubre de 2021). Para ella, los datos y la inteligencia artificial son un avance crucial en la transformación digital de las organizaciones.
¿Por qué dan miedo los algoritmos?
Aurélie Jean. Frente a lo desconocido, podemos experimentar distintas reacciones, entre ellas la fantasía y el miedo. Los algoritmos desencadenan este miedo por varias razones. En primer lugar, son intangibles y a la vez están en todas partes; interaccionamos a diario con estas entidades matemáticas y digitales, a veces sin darnos cuenta. Intervienen en decisiones importantes de nuestras vidas, como el diagnóstico de una enfermedad, el cálculo de una línea de crédito (en Estados Unidos) o incluso una pareja sentimental. Además, en estos últimos años hemos sido testigos de varios escándalos algorítmicos relacionados con la discriminación por género o etnia. Todas estas cosas, mal explicadas en los medios de comunicación, por los políticos o en conversaciones entre amigos, mistifican aún más la disciplina, la ciencia de los algoritmos, hasta el punto de rechazarla creando un miedo epidérmico a su alrededor. Pero, como suelo decir, la ciencia de los algoritmos no es maniquea, no es ni buena ni mala, es lo que hagamos con ella. Cabe recordar que detrás de cada algoritmo hay seres humanos.
¿Cómo pueden los algoritmos ayudar a acelerar la transformación digital y/o la transición energética de las empresas?
A.J. Hace algunos años, la transformación digital permitió a las empresas llegar a sus clientes o a sus consumidores. Hoy en día, los algoritmos les permiten entenderlos gracias a la recopilación y el análisis de datos. La aparición de los datos y de la algoritmia es tan importante como la transformación digital, y en cierto modo acelera esta transformación, ya que sin la tecnología digital no puede haber cálculo algorítmico. En cuanto a la transición energética, los algoritmos pueden ayudar a medir, a veces en tiempo casi real, el consumo de agua o de energía en la producción o el transporte de mercancías. Solo podemos hacer que progrese lo que podemos evaluar con el tiempo. En este caso, los datos y los algoritmos son un medio inteligente para conseguirlo.
El número de mujeres en las profesiones tecnológicas y en las ingenierías no acaba de despegar. ¿Cómo podemos hacer que esto cambie?
A.J. La situación está cambiando, pero es cierto que no acaba de despegar. Hay que actuar a distintas escalas. En la escuela (desde el jardín de infancia), fomentando el espíritu analítico de los niños y de los alumnos para convertirlos en problem solvers (solucionadores de problemas), como dicen en inglés. En la familia, que puede fomentar de forma distinta el interés por las ciencias o la ingeniería según si se trata de un chico o de una chica. Y finalmente en la sociedad, para dejar atrás todos los prejuicios y estereotipos sobre las mujeres en estas disciplinas. También tenemos que hablar con los hombres de estos ámbitos, que son los mejores aliados de las científicas e ingenieras. Vamos en la dirección correcta, pero todavía tenemos que avanzar más rápido diciendo las cosas tal y como son. Cuando hablo con las estudiantes de educación secundaria y superior, les digo que con las disciplinas científicas y de ingeniería tendrán un estímulo intelectual toda su vida, resolverán problemas de gran escala y gran influencia para la sociedad y se ganarán bien la vida. Independencia intelectual y económica, ¡una combinación ideal!
¿Cuáles serán los próximos avances tecnológicos? ¿En qué sectores se está acelerando más claramente la innovación?
A.J. Es difícil de decir. Con el desarrollo de metaversos, seguramente habrá avances tecnológicos en computer vision (visión por ordenador). Creo firmemente en los progresos tecnológicos en sectores como la medicina, donde los algoritmos nos introducen en un paradigma diferente. Podemos predecir el riesgo de sufrir enfermedades, personalizar la medicina, hacerla más precisa. Hay mucho por hacer en este ámbito.
¿Cuáles son sus fuentes de inspiración?
A.J. Steve Jobs me sigue inspirando mucho, incluso once años después de su muerte. Su creatividad y su genio eran extraordinarios. También me inspira el profesor Richard Feynman, que cito a menudo en mis libros, por su pedagogía brillante y su pasión contagiosa. En cuanto a las tecnologías, pienso necesariamente en la comunicación a través de Internet, que me permite hablar con mis seres queridos de ambos lados del Atlántico siempre que quiero y sin ningún tipo de esfuerzo. En 2004, cuando fui a Estados Unidos por primera vez, eran los inicios de Skype, todavía usaba tarjetas telefónicas para llamar a mis abuelos… Puede parecer ingenuo, pero ha cambiado mi vida.
14/04/2022